martes, 17 de mayo de 2011

La colegiata de Zenarruza


Hubo una época en la que peregrinar a Santiago de Compostela se convirtió en una empresa heroica y arriesgada. Hablo de los siglos IX o el X en los que la presencia musulmana en gran parte de la península obligó a los devotos caminantes a buscar rutas alternativas para venerar el cuerpo del Apostol.
Una de las más importantes recorría Euskadi por la costa, abandonando a un lado el mar cantábrico y, a otro, las elevaciones vascas.
La Colegiata de Zenarruza, en las faldas del monte Oiz, es uno de esos hitos de ese sendero mágico a su paso por Bizkaia y un gozoso ejemplo de arquitectura del Renacimiento en un paraje rural.
Cuenta la leyenda que un águila dejó caer una calavera sobre una loma, señal inequívoca de que allí mismo había que levantar un monasterio.
Así fué y así nació Zenarruza, a la que el paso del tiempo transformó en el edificio que ha llegado a nuestros dias: una bucólica mole de piedra en la que casan diferentes estilos, del gótico al plateresco y sigue siendo doce siglos después su fantasiosa fundación, albergue de peregrinos.

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