El Credo de la felicidad

Comenzaré cada mañana sin miedo, esperando todas las cosas maravilosas que ese dia me traerá. Me dejaré guiar por razones inteligentes, no por meras creencias. Solo veré la verdad, ignorando todo aquello que no esté basados en hechos. Controlaré mis pensamientos y los guiaré hacia los planos mas elevados, manteniendo en mi mente las ambiciones mas altas y los ideales que son sagrados por mi.

Durante el dia buscaré mi regocijo en la belleza de todo lo que me rodea. Me sentiré unido a todos mis semejantes, y aspiraré a la exsaltación que proviene del Amor a Dios y a la Humanidad.

Perdonaré libre y prontamente antes de que me pidan perdon. No abrigaré malos pensamientos hacia nadie. No traicionaré la confianza que otros han depositado en mi. Me mantendré sereno y en calma ante las tribulaciones y afrontaré las emergencias sin temor.

Me mostraré amistoso y cortés con todos aquellos que me rodean. Será para mi un placer hacer buenas acciones y entregar mi amor sin egoismo. Obedeceré a quien representan la autoridad y otorgaré mi lealtad a quien deba dársela. Reverenciaré a mi Dios y mostraré el mayor respeto hacia las convicciones religiosas de mis semejantes.

Intentaré alcanzar lo mejor que pueda darme la vida. Para mí será mas importante el servicio que las ganancias que pueda obtener por él. Ejecutaré alegremente todas mis tareas. Construiré, no destruiré.

Y de este modo, llegaré al final del dia con la satisfaccion que solo aporta el servicio, la serenidad, la amabilidad y el amor. Me entregaré al descanso con esa paz que es producto de una mente libre de problemas y con el recuerdo de todas las buenas acciones que he realizado durante la jornada.