miércoles, 18 de enero de 2012

Pensando en voz alta

Dios Dijo:
Escucha a tus impulsos. Esto no significa necesariamente que les hagas caso, amado, sino que los escuches. Si los impulsos no te hacen daño a ti ni a nadie más, entonces, adelante, actúa de acuerdo a ellos.
Si tienes el impulso de llamar a una tía vieja, llámala. Si tienes el impulso de caminar por el parque, adelante, camina por el parque. Si tienes el impulso de dejar de hacer lo que estás haciendo para hacer otra cosa, adelante, pruébalo. El hombre no puede vivir sólo de acuerdo a las reglas.
Un impulso es más que una idea, entiendes. Un impulso viene de adentro. Puedes tener impulsos cuyos orígenes desconoces totalmente.
Puede parecer que un impulso surge espontáneamente, pero, en verdad, ha estado tratando de salir de ti por algún tiempo. Para el momento en que recibes el impulso, éste ya ha estado haciendo su camino hacia tu conciencia. Finalmente, en la felicidad, se libera.
Cuando tengas el impulso de bailar, baila.
Si de repente tienes el impulso de abrazar a tu hermana, abrázala.
Adónde llevará un impulso, nadie sabe. ¿A quién le importa?
Si tienes el impulso de cavar un pozo en el jardín, quizás hay un árbol que quiere ser plantado allí. Quizás hay un tesoro enterrado ansioso de que lo encuentres. Quizás hay algo enterrado en lo profundo de ti, aunque sólo fueran las ganas de tocar el suelo. No tienes que saber el por qué. No tienes que encontrar un tesoro cuando cavas. No tienes que plantar un árbol, pero puedes hacerlo cuando estás en eso. Quizás el árbol que elegiste plantar sabe algo que tú no sabes. De todos modos, disfruta de seguir tus impulsos.
Si tienes el impulso de salir y mirar la luna, sé Mi invitado. Adelante, hazlo.
Si tienes el impulso de encender una vela e incienso y agitarlos, ¿por qué no hacerlo?
Si tienes el impulso de cambiar el color del cuarto en el que estás sentado, entonces ve a la pinturería. Quién sabe, quizás encuentras tu futuro allí.
Si un impulso transgrede las normas, quizás sólo sea una idea. Quizás has sido demasiado dócil.
Dentro de lo legítimo y de las medidas que sustentan la vida, se deben seguir los impulses. ¿Está claro? No saltes de una ventana. No escupas desde un balcón. No golpees a tu vecino. Tener un impulso no es una excusa para hacer cosas malas.
Pero no pienses que un impulso tiene que ser sabio. No lo es. Puede ser algo tonto. Muy tonto. No contramandes todos tus impulsos basándote en que son innecesarios o, digamos, demasiado impulsivos. No debes ser tan cauteloso, amado. No debes frenar los impulsos ni frenar la espontaneidad. No tienes que ser siempre tan… tan… normal.
Los impulsos son algo que definitivamente ocurre "en el momento". Los impulsos no esperan. Pásalos por alto y dentro de cinco minutos no recordarás cuáles fueron. Los impulsos no son viejos ni se marchitan. Los impulsos son algo nuevo, que no fue probado. Como la juventud, es divertido tenerlos. Dales una oportunidad a tus impulsos.
Debes estar abierto a los impulsos. Son como el cajón que abres y puedes sorprenderte con su contenido. Quizás ya era hora de que te sorprendas.
¿Cómo sabrás qué hay del otro lado de la puerta si no la abres?

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