sábado, 14 de abril de 2012

No envenenes a los demás

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"Esta costumbre que la mayoría de la gente ha tomado de
desahogarse con los demás cuando se sienten tristes o
desgraciados, revela una gran debilidad. ¡Cuántos de entre
vosotros, a la menor preocupación, a la menor contrariedad,
corren a casa de sus padres, sus amigos, sus vecinos, o bien
cogen el teléfono para contar sus desgracias! Y he ahí que una
veintena de personas se hallan inmediatamente envenenadas… ¿Os
habéis preguntado alguna vez si los demás están aquí para
recibir vuestras cargas? ¿Os habéis preguntado si son capaces
de ello?… Si queréis verdaderamente evolucionar, abandonad
este hábito y aprended a no sobrecargar a los demás.
Cuando tengáis preocupaciones, disgustos, buscad la manera de
neutralizar estos estados. Preguntaros: «Veamos, ¿qué puedo
hacer para ser más fuerte, más noble, comportarme como un
verdadero hijo de Dios con quién el Cielo puede contar para su
trabajo?» Si no queréis hacer esfuerzos, si queréis permanecer
débiles, pues bien, ¡guardad vuestras viejas prácticas con las
consecuencias que de ello se derivarán! Pero sabed que en una
Enseñanza Iniciática, se os indica el camino para que os
volváis fuertes, luminosos, y también capaces de ayudar a los
demás. "

2 comentarios:

  1. Muy interesante, mejor será aprenderlo de memoria, cuando siempre hemos dicho que las penas compartidas duelen menos, tiene razon este artículo, acaso tenemos derecho de abrumar a los demás con nuestras preocupaciones?
    Gracias D.........
    Un abrazo
    C.........

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