Encender sahumerios, sentarse con las piernas casi hechas un nudo
cual contorsionistas, con ambas manos a los costados y el dedo índice y
pulgar tocándose, con música suave de fondo y con el claro objetivo de
poner la mente en blanco… ¡alto! ¡Meditar no es tan complicado! ¿Te
imaginás que alguien puede hoy, en medio de esta vertiginosa vida, poner
la mente en blanco? Mitos fuera: meditar no es poner la mente en
blanco; más bien es casi todo lo contrario. La idea no es no pensar en
nada, sino, según la técnica, dejar que los pensamientos fluyan pero sin
enroscarse con ellos, o dirigir intencionalmente tus pensamientos hacia
cierto recuerdo o sensación para provocar un estado armónico. Y no hace
falta estar en un templo hindú para hacerlo ni en incómodas posiciones
que sólo logran generarnos sensaciones extrañas en el cuerpo y
convierten la concentración en algo imposible. ‘La meditación tiene
que ver con transformar nuestra mente; lo externo no hace diferencia’,
explica Kelsang Rinchung, maestra y monja budista de la tradición
Kadampa. Enrique Loor, instructor de meditación del centro Brahma
Kumaris, suma: ‘Las palabras ‘meditar’ y ‘medicina’ provienen de una
misma raíz, que significa ‘sanar’. La meditación sana el alma y el alma
no es una entidad separada de uno. Uno es el alma. La meditación trabaja
en ese nivel, se ordenan las cosas de adentro hacia afuera y se
producen cambios en el estilo de vida que son maravillosos’.
‘Cada persona con la que hables te va a dar una definición diferente
de la meditación y eso tiene que ver con cómo cada uno la entiende. Para
mí es la desconcentración. Sería todo lo contrario a lo que estamos
acostumbrados desde que nacimos. La meditación es un estado más, igual
que estoy despierto, durmiendo o soñando puedo estar meditando. No es
algo ajeno a las personas, es para todos, y el ciento por ciento de la
humanidad ya ha meditado sin saberlo’, explica Santiago Barrenechea,
instructor de meditación de la Fundación El Arte de Vivir.
El mar de la calma
Básicamente, lo que logramos mediante el hábito de meditar es darle
un respiro, un descanso, a nuestra mente. Hay estudios médicos que
afirman que tenemos un promedio de sesenta mil pensamientos por día,
algo así como uno por segundo. Cuando te sientas a meditar, si bien no
pones la mente totalmente en blanco, logras que esas olas vengan cada
vez más espaciadas, generando un mar más calmo, que es el que te permite
tomar las mejores decisiones. Cuando estás en el medio de un tsunami,
saltando olas para que no te aplasten, no podeis pensar en nada más que
en eso y no teneis la posibilidad de detenerte a evaluar cada situación y
tomar la mejor medida. En cambio, cuando estás calmado, con el panorama
limpio, sin nada que barrenar, es más probable que puedas darte el lujo
de nadar un poco e investigar en tu propio océano cuáles son las
opciones.
En pocas palabras: al estar relajada, tu mente se vuelve a cargada de
energía y eso se traduce en que te sientes mucho mejor, entonces tomas
mejores decisiones porque teneis más foco y energía para concentrarte en
lo que de verdad precisas. Y como si todo esto fuera poco, te sientes
mucho más feliz.
‘Los beneficios son infinitos. Por lo pronto, lo primero que nos
promueve la meditación es a pacificar nuestra mente, que esté serena,
libre de preocupaciones para que podamos experimentar la felicidad.
Además, reduce el estrés y la ansiedad, y permite que disfrutemos de
cada momento con más plenitud’, explica la monja budista.
Cómo, cuándo y dónde practicarla depende de vos y de la técnica que
elijas. Acá te contamos tres bien diferentes; pero hay más, muchas más
para seguir investigando y probando hasta encontrar la que te atrape.
• El Arte de Vivir
La técnica que usan se llama ‘Sahaj Samadhi’ (‘Saha’ significa ‘sin
esfuerzo’ y ‘Samadhi’ es el estado de meditación). La idea es, entonces,
llegar a la meditación de una forma simple.
Cómo: te sientas de la manera que te resulte más cómoda y donde
quieras, pero con la espalda derecha y relajada. Cuanto más te acerques a
la postura de loto, mejor. Cierra los ojos y acepta los pensamientos que
aparezcan en tu mente. ‘Lo que resiste, persiste’, dicen en la
Fundación. Por lo tanto, si te resistes a los pensamientos que van
viniendo a tu mente, sólo lograrás que continúen allí. Aceptalos y
dejalos pasar. ‘En la Fundación cada uno recibe un mantra propio (es
decir, una vibración, un sonido, que se repite) y cuando te sientas a
meditar y sentís que lo necesitais, lo usas. En el curso aprendes a
hacerlo en el momento adecuado’, explica Barrenechea.
Cuándo: se recomienda hacerlo entre una y dos veces al día. Lo ideal
es que la primera sea por la mañana. No hay un
lapso de tiempo estimado para meditar, pero con la práctica vas logrando
habituarte cada vez más.
• Budismo Kadampa
Para esta tradición budista, la meditación es la mente que se
concentra en un objeto virtuoso (algo que tiene el poder de apaciguar
los pensamientos, ya que concentrarnos en eso nos produce paz interior).
Hay 21 objetos virtuosos, entre los que se encuentra el amor, y son la
síntesis de las enseñanzas de Buda.
La meditación se presenta en dos tipos: una analítica y otra de
emplazamiento. La primera es cuando contemplamos o estudiamos el
significado de las enseñanzas espirituales; y la segunda es cuando, a
través de esa contemplación, llegamos a una conclusión y nos
concentramos en ella.
Cómo: una vez que calmaste tu mente a través de la respiración, te
sientas en el suelo o en una silla, lo más cómoda que puedas, pero
siempre con la espalda recta, las manos sobre tu regazo con la derecha
sobre la izquierda y los pulgares de ambas tocándose y apuntando
suavemente hacia arriba. La cabeza debe estar levemente inclinada hacia
abajo y los ojos entreabiertos. Comenzás a meditar sobre alguna de las
21 virtudes: la preciosa existencia humana, la ecuanimidad, el aprecio
de la bondad de todos los seres, el igualarse uno mismo con los demás,
el amor que desea la felicidad a los demás…. Por ejemplo, si elegís el
amor que desea la felicidad de los demás, contemplar el aprecio de la
bondad en todos los seres, comenzando por tu madre. Pensar cómo gracias a
cada uno teneis hoy tu plato para comer, tu casa, los caminos para
transitar, etc.; cómo si no fuera ! por la bondad de los demás no
podrías hoy disfrutar de cada pequeña cosa. Y a medida que vas
reflexionando sobre cada uno de estos seres y su bondad, vas entrando en
estado meditativo hasta generar un sentimiento de amor.
Cuándo: cuando puedas. Idealmente, por la mañana.
• Brahma Kumaris
‘Nuestro punto de partida es que somos un espíritu encarnado en este
cuerpo, que es el vehículo a través del cual nos podemos expresar’,
explica Loor.
La meditación para Brahma Kumaris requiere concentración en
determinados pensamientos que queramos generar. Es evocar registros que
están dentro de nosotros vinculados con la paz. Al evocarlos, aparecen
en la mente y hay que sostenerlos. La paz, el amor y la verdad son tres
virtudes que, según esta escuela espiritual, todos tenemos, por lo que
sólo basta con recurrir a ese registro para que emerja el sentimiento.
La técnica que aquí enseñan se llama Raja Yoga (‘Raja’ es ‘rey’ y
‘Yoga’ es ‘conexión’, por lo que es la conexión que nos vuelve reyes de
nosotros mismos). Es un tipo de meditación que tiene en su esencia
recuperar esa energía que está dentro del ser y activarla cuando uno lo
desea. Primero tenés que saber qué querés cambiar de vos (si sos
temerosa, ansiosa, etc.). Después, te sientas en un lugar cómodo con el
cuerpo relajado, donde quieras y como quieras. Respira, usando el método
que prefieras. La meditación de este centro se practica con los ojos
abiertos, pero al principio podeis cerrarlos hasta acostumbrarte y así
evitar distraerte. Una vez que estás relajada, busca dentro tuyo el
sentimiento que quieras generar (amor, paz, lo que sea), y empezá a
realizar diferentes afirmaciones con ese objetivo, como ‘y! o soy un ser
de paz’, ‘yo soy un ser de luz’, ‘yo soy un alma amorosa’. Vas a ver
que cuando llegues al décimo ya vas a empezar a sentir lo que estás
afirmando. No es un mantra, así que no es necesario que repitas siempre
lo mismo. Podés hacer diferentes afirmaciones, pero que apunten a un
mismo objetivo, a generar un mismo sentimiento. También podés recordar
momentos en los que te sentiste así.
Cuándo: cuanto más temprano a la mañana, más fresca está la mente. La
meditación en ayunas es la más potente y te dura todo el día. La idea
es que puedas hacer una cada dos o tres horas.
En todos los casos, la respiración es un paso anterior y fundamental
para poder calmar la mente y lograr la concentración. También aquí hay
diferentes técnicas y tipos de respiraciones, pero lo importante es que
te concentres en ella. Ya sea rítmica o no, focalizate en cómo el aire
entra y sale por tus fosas nasales. De esa manera, la mente dejará de
estar saltando del pasado al futuro y del futuro al pasado, y se situará
en el presente, en el aquí y ahora. De a poco tu respiración se irá
calmando y sentirás una relajación que te permitirá ir al siguiente
paso: la meditación.
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