“La sabiduría semeja a un faro que nos permite ver las partes obscuras de nosotros mismos, para después iluminarlas. Es aquella antorcha que nos ilumina la senda por la rectitud de nuestros actos con la benevolencia de nuestro corazón.
Es aquella relación entre el pensamiento y el corazón, en una intimidad pulcra y pura, que nos convierte en seres humanos íntegros y equilibrados.
Es el mapa de un tesoro, en el que yace la riqueza más valiosa de este mundo, la cual brilla más aún que las más bellas joyas y es llamada “dicha” o “felicidad”, por que quien yace en espíritu sumergido en el contento, sus manos no pueden derramar violencia, sino no nobleza, sus labios no pueden pronunciar palabras hirientes, y cada palabra que sale de su boca es medicina, por que en su corazón hay sanidad y la comparte.
Es semejarse a aquel árbol fuerte, cimentarse con fuerza y raíces al piso de sus propias convicciones hasta lograrlas, y así resistir el viento, la tormenta y la tempestad con una sonrisa.
No es convertirse en maestro de los demás por ego, sino en discípulo de uno mismo y compartir con humildad los regalos del entendimiento y de la vida.
En pocas palabras, la sabiduría es más que palabras hermosas o conocimiento valioso, es la testificación de dicho conocimiento y las huellas en la senda de una vida plena y llena de gracia”.
maitreya.
Cesar Armando Sanic Yol
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