Aunque tengáis todos los motivos para ser desgraciados o estar
descontentos, dad gracias. Al pronunciar la palabra «gracias», es cómo
si hicieseis brotar de vuestra alma una fuente de luz, de paz y de gozo.
Y esta fuente inunda todas vuestras células. Poco a poco, sentís que
algo en vosotros se vivifica, se fortalece. «Gracias», he ahí la palabra
más sencilla pero que disipa todas las tensiones.
Repetidla varias veces impregnándoos bien de su significado. En
cuanto introducís en vosotros un sentimiento de gratitud y lo alimentáis
para hacerlo crecer, éste no se limita a existir pasivamente. Este
sentimiento posee unas vibraciones determinadas y, por la ley de
afinidad, atrae pensamientos y sensaciones que le corresponden. Todas
las bendiciones os vendrán gracias a este simple impulso de gratitud.
«Gracias Señor», «gracias Dios mío»… Es preciso que estas palabras
acaben brotando naturalmente en vosotros sin que tenga que intervenir
vuestra voluntad. Al dar gracias al Creador, salís del círculo estrecho
de vuestro yo personal, limitado, para entrar en la paz de la conciencia
cósmica… Cuando volváis, sentiréis que unos elementos nuevos y muy
valiosos se han introducido en vosotros.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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