En India, una nueva firma de productos ayurvédicos inspirados en la medicina tradicional llamada Patanjali está a punto de desbancar en el mercado de la cosmética y el cuidado corporal a las grandes marcas occidentales.
El fenómeno es verdaderamente sorprendente. Fundada hace apenas ocho años por el yogui Baba Ramdev, Patanjali ya ha conseguido que gigantes como Nestlé, L’Oréal, Procter & Gamble, Colgate-Palmolive y Unilever teman por su futuro en el mercado indio.
Y, sin embargo, en Occidente ningún medio de comunicación habla de ello, lo que se debe, obviamente, a que estos periódicos, radios y televisiones viven en parte de las grandes inyecciones económicas en publicidad de estas grandes marcas.
Una empresa con fines caritativos
El yogui Raba Ramdev es uno de los más célebres gurús de toda India. No es únicamente una referencia en yoga, sino también en meditación y en medicina ayurvédica.Pero Ramdev vive en voto de pobreza y por ello no posee ninguna acción de la firma Patanjali Ayurved Ltd., que se está convirtiendo en un verdadero imperio comercial gracias a su trabajo. Todos los beneficios de Patanjali son revertidos en el ashram (lugar de silencio y de oración) del yogui Baba Ramdev y en obras caritativas.
Son numerosas las estrellas del cine indio (Bollywood) que apoyan a Baba Ramdev, y también lo hace el primer ministro del país, Narendra Modi, que además es uno de sus discípulos yogui.
Productos inspirados en antiguas tradiciones medicinales
Patanjali ofrece actualmente más de 700 productos basados en viejas recetas de la medicina tradicional india. Entre ellos, destacan:- Un jabón que contiene excrementos y orina de vaca sagrada -el símbolo del hinduismo-.
- Un dentífrico de plantas y carbón (para blanquear de forma natural los dientes).
- Un champú a base de acacia para lograr un cabello brillante y resistente.
- Una pomada de hierbas contra el asma y las pérdidas de memoria.
Ayurveda: la ciencia de la vida
El ayurveda es una medicina total fundamentada sobre los textos sagrados de la India antigua. Se concentra en el paciente y no en su enfermedad y, más allá de prevenir y curar, tiene como meta laautorrealización de los individuos.La medicina ayurvédica se apoya en la nutrición de su propia farmacopea. Los ensayos clínicos han confirmado la eficacia de sus remedios:
- La cúrcuma (Curcuma longa) contra las úlceras de estómago. (1)
- La goma de guggul, también llamado árbol de mirra de mukul (Commiphora wightii), en caso de enfermedades cardíacas. (2)
- El fenogreco o alhova (Trigonella foenum-graecum) para mejorar la sensibilidad a la insulina (si se padece diabetes de tipo 2). (3)
- La gymnema (Gymnema sylvestris) para reducir la tasa de azúcar en sangre. (4)
- La resina de Boswellia para aliviar los dolores de la artrosis. (5)
Productos baratos, accesibles también para los más pobres
Lo más increíble de todo es que los productos de Patanjali son mucho más baratos que sus competidores a la venta en el mercado indio.Por ejemplo, el champú anticaspa de romero Patanjali es un 40% más barato que el champú anticaspa H&S comercializado por Procter & Gamble.
Otro ejemplo: el jabón de madera de sándalo Patanjali cuesta dos veces menos que el jabón Haman, el de gama baja de la firma Unilever.
Esto es inaudito para nosotros, que estamos acostumbrados a pagar más para evitar los parabenos y otras porquerías en nuestros productos.
Pero la fuerza de Patanjali está en su red de distribución inigualable. El ashram de Baba Ramdev ha financiado la apertura de farmacias ayurvédicas y de clínicas de caridad por toda India, particularmente en las ciudades y pueblos más pequeños, a los que no siempre llega la distribución de las grandes marcas.
Además, la popularidad de Baba Ramdev consigue que todo el país adore sus productos y se movilice en su promoción. El boca a boca, recomendaciones de profesionales… nadie confía en otra cosa que no sean los productos Patanjali.
Un éxito prodigioso
Patanjali ha conseguido todo esto en apenas unos años. Sólo el año pasado, su volumen de negocio aumentó en un 70%, ¡hasta los 300 millones de euros!En los cinco últimos años, la demanda de productos de belleza convencionales en India ha crecido anualmente un 7,5%, mientras que la demanda de productos ayurvédicos lo hizo un 13% al año (es decir, casi el doble).
Y esto no es más que el principio: Baba Ramdev cree que Patanjali será líder del mercado de aquí a cinco años.
Por qué las grandes firmas no pueden resistir
Algunas grandes marcas tratan de combatir la ofensiva proponiendo sus propios productos ayurvédicos.Unilever, por ejemplo, se apresuró a comprar empresas locales de cosmética ayurvédica y sus equipos estudian en profundidad libros sobre el hinduismo para extraer de ellos cualquier posible receta. Pero, evidentemente, no tienen ni idea y todo el mundo sabe que se trata de una mera operación de marketing.
Además, para compensar la debilidad de su red de distribución, las grandes firmas se gastan verdaderas fortunas en campañas publicitarias. Después, para mantener los márgenes de beneficio, se ven forzadas a vender sus productos hasta cinco veces más caros. ¡Están condenadas al fracaso!
En cualquier caso, su imagen ya estaba demasiado deteriorada. En India la población no se deja engañar; saben que estas firmas no dudan en utilizar los productos químicos, colorantes y conservantes a los que, precisamente, los consumidores están diciendo “basta”.
La revolución se expande inexorablemente
Puede parecerle chocante que esta revolución haya comenzado en un país en el que la gente es mucho más pobre, de media, que nosotros.Pero es justamente el hecho de estar menos satisfechos lo que les vuelve más reactivos y críticos.
También entre nosotros, cada vez menos gente quiere seguir comiendo porquería y untándose productos químicos sobre la piel.
Están emergiendo pequeñas marcas como Weleda, Homo Naturals, Dulkamara Bamboo, Ajedrea, Naetura… pero, por desgracia, están muy lejos de poder amedrentar a unos gigantes comerciales que no dudarán en absorberlas si tienen oportunidad.
De todas formas, en poco tiempo el yogui Baba Ramdev podría desembarcar en otros países y, ¿por qué no en Europa?
¡A su salud!
Juan-M. Dupuis
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