La comunicación es un aspecto esencial en nuestras vidas. Cuando nos comunicamos, expresamos algo de lo que somos y eso es lo que le llega al otro. Cuando la comunicación fluye bien, surge un sentimiento de pertenencia y podemos identificar con facilidad el territorio común. Eso se aplica tanto si me estoy comunicando conmigo mismo, con otra persona o con una audiencia de 500, y también en mi relación con Dios.
La comunicación no es sólo verbal; detrás de lo que digo hay una variedad de actitudes, creencias, valores y sentimientos. Puede que deseemos comunicar un mensaje en particular pero a menudo nuestras palabras surgen llenas de “ruido emocional” – nuestros sentimientos, opiniones o intenciones personales, que de hecho distorsionan o anulan el mensaje.
Es importante que sea claro y honesto – tanto para mí mismo como para los demás – y me ciña a lo que es relevante y de ayuda para la otra persona. Mantener mi propia autoestima me ayudará a comunicarme de una manera positiva. A veces tengo que detenerme y decirme a mí mismo: “Espera un momento, mi valor no cambia debido al resultado de esta discusión”.
La calidad de mi comunicación refleja la calidad de mis relaciones. La comunicación espiritual tiene que ver con expresar mis propias cualidades y positividad, hay un flujo positivo de energía entre nosotros y cada uno se siente valorado y amado.
B.Kumaris
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