Significa ajustar el yo de manera que entienda qué es lo que realmente se me está diciendo. Esto requiere que cree una quietud en mi interior, alejando lo máximo posible los condicionamientos de mi personalidad, de mí mismo y de mi forma de pensar, de modo que no interprete el nuevo conocimiento según viejos patrones.
Escuchar es crear ese espacio respetuoso entre los demás y yo, espacio que facilita una comprensión real, la creación de un vínculo de empatía: una calma atenta y una obertura que enfoca la mente para que la realidad pueda ser captada.
Escuchar es el primer paso para comunicar y armonizar con todo el mundo. Escucharme a mí mismo, a Dios, a los demás y a la naturaleza permite que el yo armonice y disfrute de un sentimiento de equilibrio.
Segundo paso: Reflexión
La reflexión es un ejercicio de la mente y el intelecto que profundiza en la comprensión de una idea con la intención de llevarla a la práctica en la vida diaria.
Toda acción de calidad, toda nueva percepción o visión, requiere un espacio para la reflexión en silencio como paso preliminar. La reflexión es el trampolín para zambullirse en la piscina de la acción de calidad.
Reflexionar sobre quién soy y dónde voy, tomando el tiempo necesario para entender, nos lleva a la esencia de todo.
Tercer paso: Concentración
Llevar nuestros pensamientos hacia la esencia se llama concentración. Tal concentración es natural y no forzada porque venimos del proceso de reflexión.
Cuando la mente llega a ese punto de concentración en el que la energía mental se conserva, entonces recibimos poder. Se abre una fuente interna de energía, la cual fluye a través de nosotros y nos hace subir a otro nivel de conciencia.
La concentración natural es cuando la mente puede sostener un pensamiento durante largo tiempo, cuando los pensamientos están bajo nuestro control. Esta concentración puesta en un solo pensamiento, poco a poco, acumula fuerza en la mente y en el yo. Una mente fuerte es una mente pacífica, estable, contenta.
Cuarto paso: Conexión
Dominado el arte de la concentración, podemos experimentar la conexión. Con nuestro poder del pensamiento conectamos con nuestros sentimientos originales y estamos en paz. Nos conectamos a nuestro enchufe y sentimos pasar la corriente, y entonces experimentamos el quinto paso de silencio.
Quinto paso: Absorción
El yo es absorbido en la paz espiritual.
El alma humana se conecta a la ilimitada reserva de energía pura del Universo, a menudo llamada Dios. Este Ser es nuestra Reserva durante toda la eternidad, y existe más allá del tiempo y la materia. Dios existe más allá de la contaminación y la putrefacción que afecta a todas las almas humanas. Cuando necesitamos limpiar nuestro sistema, recargarnos de energía o de fuerza, tenemos que acceder a esta Reserva, y solo podemos hacerlo a través de nuestros pensamientos.
Si el pensamiento es lo bastante concentrado, la mente es capaz de trascender lo ordinario, absorber las cualidades de este Ser y aprender el significado de la excelencia interna y de la liberación.
Sexto paso: Llenarse
Cuando el yo absorbe la energía de paz, o toda la energía positiva que necesita, se llena a sí mismo completamente con esta cualidad. Si la concentración sigue intacta, la absorción y recarga ocurre de forma bastante natural y automática.
Séptimo paso: Donación
Donar es el paso final del silencio. Tenemos el yo lleno con una cualidad particular que empieza a fluir fuera de nosotros. Permitimos a esa cualidad que toque la atmósfera de nuestro alrededor y conscientemente done esa vibración al mundo, permitiendo sentirlo y absorberlo a aquellos que lo necesiten.
Este es el último paso de la verdadera meditación, en el que permaneces como un faro, quieto y estable en una posición que emite luz a su alrededor.
Uno de los aspectos más importantes en este paso del silencio es el vínculo que establecemos con la Energía Suprema. Absorbemos de esta Fuente, llenamos nuestro yo y damos todo lo que la Fuente nos ha dado. A esto se le llama conciencia angelical.
Se dice que un ángel es una alma humana que se ha enamorado tan profundamente de esa Fuente de luz que ésta lo ha transformado completamente. Está totalmente lleno de luz y paz y su función es solo servir, compartir paz y amor divinos.
Significa ajustar el yo de manera que entienda qué es lo que realmente se me está diciendo. Esto requiere que cree una quietud en mi interior, alejando lo máximo posible los condicionamientos de mi personalidad, de mí mismo y de mi forma de pensar, de modo que no interprete el nuevo conocimiento según viejos patrones.
Escuchar es crear ese espacio respetuoso entre los demás y yo, espacio que facilita una comprensión real, la creación de un vínculo de empatía: una calma atenta y una obertura que enfoca la mente para que la realidad pueda ser captada.
Escuchar es el primer paso para comunicar y armonizar con todo el mundo. Escucharme a mí mismo, a Dios, a los demás y a la naturaleza permite que el yo armonice y disfrute de un sentimiento de equilibrio.
Segundo paso: Reflexión
La reflexión es un ejercicio de la mente y el intelecto que profundiza en la comprensión de una idea con la intención de llevarla a la práctica en la vida diaria.
Toda acción de calidad, toda nueva percepción o visión, requiere un espacio para la reflexión en silencio como paso preliminar. La reflexión es el trampolín para zambullirse en la piscina de la acción de calidad.
Reflexionar sobre quién soy y dónde voy, tomando el tiempo necesario para entender, nos lleva a la esencia de todo.
Tercer paso: Concentración
Llevar nuestros pensamientos hacia la esencia se llama concentración. Tal concentración es natural y no forzada porque venimos del proceso de reflexión.
Cuando la mente llega a ese punto de concentración en el que la energía mental se conserva, entonces recibimos poder. Se abre una fuente interna de energía, la cual fluye a través de nosotros y nos hace subir a otro nivel de conciencia.
La concentración natural es cuando la mente puede sostener un pensamiento durante largo tiempo, cuando los pensamientos están bajo nuestro control. Esta concentración puesta en un solo pensamiento, poco a poco, acumula fuerza en la mente y en el yo. Una mente fuerte es una mente pacífica, estable, contenta.
Cuarto paso: Conexión
Dominado el arte de la concentración, podemos experimentar la conexión. Con nuestro poder del pensamiento conectamos con nuestros sentimientos originales y estamos en paz. Nos conectamos a nuestro enchufe y sentimos pasar la corriente, y entonces experimentamos el quinto paso de silencio.
Quinto paso: Absorción
El yo es absorbido en la paz espiritual.
El alma humana se conecta a la ilimitada reserva de energía pura del Universo, a menudo llamada Dios. Este Ser es nuestra Reserva durante toda la eternidad, y existe más allá del tiempo y la materia. Dios existe más allá de la contaminación y la putrefacción que afecta a todas las almas humanas. Cuando necesitamos limpiar nuestro sistema, recargarnos de energía o de fuerza, tenemos que acceder a esta Reserva, y solo podemos hacerlo a través de nuestros pensamientos.
Si el pensamiento es lo bastante concentrado, la mente es capaz de trascender lo ordinario, absorber las cualidades de este Ser y aprender el significado de la excelencia interna y de la liberación.
Sexto paso: Llenarse
Cuando el yo absorbe la energía de paz, o toda la energía positiva que necesita, se llena a sí mismo completamente con esta cualidad. Si la concentración sigue intacta, la absorción y recarga ocurre de forma bastante natural y automática.
Séptimo paso: Donación
Donar es el paso final del silencio. Tenemos el yo lleno con una cualidad particular que empieza a fluir fuera de nosotros. Permitimos a esa cualidad que toque la atmósfera de nuestro alrededor y conscientemente done esa vibración al mundo, permitiendo sentirlo y absorberlo a aquellos que lo necesiten.
Este es el último paso de la verdadera meditación, en el que permaneces como un faro, quieto y estable en una posición que emite luz a su alrededor.
Uno de los aspectos más importantes en este paso del silencio es el vínculo que establecemos con la Energía Suprema. Absorbemos de esta Fuente, llenamos nuestro yo y damos todo lo que la Fuente nos ha dado. A esto se le llama conciencia angelical.
Se dice que un ángel es una alma humana que se ha enamorado tan profundamente de esa Fuente de luz que ésta lo ha transformado completamente. Está totalmente lleno de luz y paz y su función es solo servir, compartir paz y amor divinos.
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