1. Dejemos de criticarnos
Este es quizá el punto
más importante. Si nos
decimos a nosotros mismos que, pase lo que pase, estamos bien y valemos,
podemos cambiar con facilidad nuestra vida. Pero si nos decimos que
estamos mal, nos resultará enormemente difícil lograrlo. Todos
cambiamos, todos. Cada día es un nuevo día y hacemos las cosas de manera
algo diferente a como las hicimos el día anterior. Nuestra capacidad
para adaptarnos y avanzar con el proceso de la vida es nuestro poder.
Las personas que proceden de hogares problemáticos suelen tener
un sentido de la responsabilidad exagerado y han adquirido la costumbre
de juzgarse sin piedad. Crecieron en medio de la tensión y la angustia
El mensaje que recibieron cuando eran niños les hace pensar: «Seguro que
algo no funciona bien en mí». Piensa por un momento en las palabras que
empleas cuando te regañas. Las más comunes son: estúpido, chico malo,
chica mala, inútil, descuidado, feo, bobo, indigno, perezoso, desaseado,
etc. ¿Son éstas las mismas palabras que empleas para describirte?
Tenemos una gran necesidad de fortalecer nuestra propia valía y mérito,
porque cuando pensamos que no valemos lo suficiente encontramos la
manera de ser siempre desgraciados. Nos creamos enfermedades y dolor,
aplazamos cosas que nos beneficiarían, maltratamos nuestro cuerpo con
comidas dañinas, con alcohol y otras drogas…
En cierta manera todos nos sentimos inseguros, porque somos
humanos. Aprendemos a no pretender que somos perfectos. Sin embargo es
muy frecuente adoptar patrones de personas que consideramos mejores que
nosotros, ya sea desde un famoso actor ó estrella de cine, un deportista
hasta alguien en nuestro medio que internamente lo comparamos como
superior. La necesidad de ser lo que no somos, sólo nos crea una enorme
presión, y nos impide ver los aspectos de nuestra vida que necesitan
curación. En lugar de eso podríamos descubrir nuestras aptitudes
creativas, nuestra individualidad, y valorarnos por esas cualidades que
nos distinguen de los demás. Cada uno de nosotros tiene un papel único
que desempeñar en la Tierra, papel que oscurecemos al criticarnos.
2. Dejemos de asustarnos
Muchos de nosotros
nos llenamos de miedo con pensamientos aterradores, logrando con ellos
hacer las situaciones peores de lo que son. Cogemos un pequeño problema y
lo transformamos en un monstruo gigantesco. Es una forma terrible de
vivir, siempre a la espera de que ocurra lo peor en nuestra vida.
¿Cuántos de ustedes van a la cama por la noche imaginándo el peor de
los guiones posibles para un problema? Eso es lo mismo que hace un niño
pequeño cuando se imagina que hay monstruos debajo de la cama y se
asusta por ello. Si haces esto, no es raro entonces que no puedas
dormir. Cuando eras pequeño necesitabas que tu madre o tu padre vinieran
a tranquilizarte. Ahora que eres adulto sabes que tienes la capacidad
de tranquilizarte a ti mismo, pero pocos la usan.
Esto suelen hacerlo mucho las personas enfermas. Con frecuencia
se imaginan lo peor, si es que no están ya planeando sus funerales.
Ceden su poder a los medios de comunicación y se consideran datos
estadísticos. También ocurre a menudo en las relaciones. Alguien no te
llama por teléfono e inmediatamente supones que no eres digno de amor y
decides que jamás vas a volver a embarcarte en otra relación. Te sientes
abandonado y rechazado. Lo mismo sucede con el trabajo. Alguien te hace
un comentario y comienzas a pensar que te van a despedir. Construyes
estos paralizantes pensamientos en tu mente. Recuerda que los
pensamientos de temor son afirmaciones negativas.
Si habitualmente repasas en tu mente situaciones o pensamientos
negativos, busca la imagen de algo con lo que verdaderamente te gustaría
reemplazarlos. Podría ser un hermoso paisaje, una puesta de sol,
flores, algún deporte, o cualquier cosa que te guste. Utiliza esa imagen
como un «interruptor» cada vez que te des cuenta de que tienes
pensamientos de miedo. Di: «No, ya no voy a pensar en eso. Voy a pensar
en puestas de sol, en rosales, en París, en yates o hermosos saltos de
agua», según cual sea tu imagen. Si lo haces así, finalmente superarás
la costumbre, aunque es algo que requiere mucha práctica.
3. Seamos amables, cariñosos pacientes con nosotros mismos
“Querido
Dios, te ruego que me des paciencia. ¡Y la quiero ahora mismo!”. La
paciencia es una herramienta muy potente. La mayoría sufrimos de la
expectativa de la gratificación inmediata. Queremos que todo suceda
enseguida. No tenemos paciencia para esperar nada. Nos irritamos si
tenemos que esperar en una cola o si estamos atascados en un
embotellamiento. Queremos todas las respuestas y todos los bienes ahora
mismo, ya. Con muchísima frecuencia hacemos desgraciadas a otras
personas con nuestra impaciencia. La impaciencia es una resistencia a
aprender. Deseamos tener las respuestas sin aprender la lección o sin
dar los pasos necesarios. Piensa en tu mente como si fuera un jardín.
Para empezar, un jardín es un trozo de tierra. Puede que en él haya
muchas zarzas de odio a uno mismo y piedras de desesperación, rabia y
preocupación. Hay un viejo árbol llamado miedo que necesita una buena
poda o que lo corten. Una vez hayas limpiado bien el terreno y abonado
la tierra, siembra algunas semillas de alegría y prosperidad. El sol
brilla
sobre tu jardín, y tú lo riegas, lo abonas y lo cuidas
amorosamente.
Al principio no se ve que suceda gran cosa. Pero tú no te
detengas, continúa cuidando tu jardín. Si tienes paciencia, las plantas
crecerán y se llenarán de flores. Lo mismo sucede en tu mente: tú
seleccionas los pensamientos que vas a cuidar, y si tienes paciencia,
verás cómo crecen y contribuyen a crear el jardín de experiencias que
deseas.
Todos cometemos errores. Es normal equivocarse cuando se está
aprendiendo. Como ya he dicho, son muchas las personas que padecen de
perfeccionismo. No se dan ni una sola oportunidad de aprender algo nuevo
porque si no lo hacen a la perfección en los tres primeros minutos, ya
suponen que no sirven. Cualquier cosa que decidas aprender requiere
tiempo.
Cuando uno comienza a hacer algo que nunca ha hecho, generalmente
lo encuentra algo raro. Sin embargo, las cosas nuevas que hagas en la
vida no tienen ninguna forma correcta o incorrecta de hacerlo. Puede
parecernos diferente e inmediatamente la juzgamos. Sin embargo, con un
poco de práctica se nos hace normal y natural, No vamos a amarnos a
nosotros mismos totalmente en un solo día, pero podemos amarnos un poco
más cada día. Si cada día nos damos un poquitín más de amor, dentro de
dos o tres meses habremos progresado bastante en nuestro amor propio.
Así pues, las equivocaciones son nuestros peldaños. Son muy
valiosas porque son nuestras maestras. No te castigues por cometer un
error. Si estás dispuesto a utilizarlo para aprender y crecer, entonces
te servirá como un peldaño hacia la realización total en tu vida.
Algunos llevamos bastante tiempo trabajando en nosotros mismos, y nos
preguntamos por qué aún nos siguen reapareciendo problemas. Es necesario
que continuemos reforzando lo que sabemos, que no nos resistamos
agarrándonos la cabeza y exclamando: « ¿De qué me sirve?». Cuando
estamos aprendiendo algo nuevo tenemos que ser dulces y cariñosos con
nosotros mismos. Recuerda el jardín de que hablábamos hace un momento.
Cuando aparezca una mala hierba negativa, arráncala cuanto antes.
4. Aprendamos a ser cariñosos con nuestra mente
No
nos odiemos por tener pensamientos negativos. Podemos considerar que
estos pensamientos nos «construyen», y no que nos «derriban». No tenemos
por qué culparnos por tener experiencias negativas. Podemos aprender de
ellas. Ser cariñosos con nosotros mismos quiere decir dejar de
culparnos, dejar de sentirnos culpables, acabar con todo castigo y con
todo dolor. También puede ayudarnos la relajación. La relajación es
absolutamente esencial para comunicarnos con el Poder interior, porque
si uno está tenso y asustado corta, obstruye su energía. Sólo lleva unos
pocos minutos al día permitir al cuerpo y a la mente abandonarse y
relajarse. En cualquier momento puedes cerrar los ojos, hacer unas
cuantas respiraciones profundas y liberar cualquier tensión que lleves
contigo. Al espirar, céntrate y di en silencio: «Te quiero. Todo está
bien». Verás cómo te sientes mucho más tranquilo. Así te envías mensajes
que te dicen que no tienes por qué ir por la vida
continuamente tenso y
asustado.
Meditación diaria. También recomiendo acallar la mente y escuchar
la propia sabiduría interior. Nuestra sociedad ha hecho de la
meditación algo misterioso y difícil; no obstante, es uno de los
procesos más antiguos y sencillos que existen. Lo único que necesitamos
hacer es relajarnos y repetir en silencio palabras tales como «amor» o
«paz», u otra que tenga sentido para nosotros. «Om» es un sonido muy
antiguo que da muy buen resultado. Incluso podemos repetir: «Me amo», o
«Me perdono», o «Soy perdonado». Después, escuchemos un momento. Hay
quien cree que para meditar es preciso hacer que la mente deje de
pensar. En realidad, no podemos detener la mente, pero sí podemos hacer
más lentos nuestros pensamientos y dejar que fluyan. Algunas personas se
sientan con una libreta y un lápiz y anotan sus pensamientos negativos
porque al parecer así éstos se disipan con más facilidad. Si logramos
llegar a un estado en que podamos observar cómo pasan nuestros
pensamientos y no darles importancia (Ah, aquí hay un pensamiento de
miedo, algunos de rabia, ahora pasa un pensamiento de amor, ahora uno de
desgracia, ahí va uno de abandono, allá un pensamiento de gozo…»),
comenzaremos a utilizar con sabiduría nuestro inmenso poder.
Se puede meditar en cualquier sitio y convertir la meditación en
un hábito. Considérala como una manera de concentrarte en tu Poder
Superior, de comunicarte contigo mismo y con tu sabiduría interior. Lo
puedes hacer de la manera que más te guste. Algunas personas hacen una
especie de meditación mientras caminan o corren para hacer ejercicio.
Repito: no pienses que lo haces mal porque lo haces de modo diferente. A
mí me encanta ponerme de rodillas en el jardín y cavar la tierra. Es
una fabulosa meditación para mí.
Visualizar resultados optimistas. Es muy importante también la
visualización y hay muchas técnicas para llevarla a cabo. Mediante la
visualización creas imágenes nítidas y positivas que refuerzan tus
afirmacion. Lo importante a tener en cuenta respecto a las
visualizaciones es que deben ser compatibles con el tipo de persona que
eres. De lo contrario, no funcionarán. Por ejemplo, una mujer enferma de
cáncer se imaginaba cómo las células buenas de su cuerpo atacaban y
mataban a las células malas del cáncer. Al final de la visualización
dudaba de haberlo hecho correctamente y no le daba la impresión de que
fuera a funcionar. « ¿A ti te gusta matar?», le pregunté yo entonces. A
mí personalmente no me hace gracia crear una guerra en mi cuerpo. Le
sugerí que cambiara su visualización por otra menos violenta. Creo que
es mejor emplear imágenes como el sol que derrite las células enfermas, o
un mago que las transforma con su varita mágica. Cuando yo tuve cáncer
imaginaba un agua limpia y fresca que arrastraba las células malas de mi
cuerpo. Necesitamos hacer visualizaciones que no nos disgusten ni
resulten repugnantes para nuestro subconsciente.
Si tenemos familiares o amigos que están enfermos, les hacemos un
flaco servicio al imaginarlos continuamente de este modo.
Visualicémoslos sanos y bien. Enviémosles buenas vibraciones. Sin
embargo, es preciso que recordemos que depende de ellos ponerse bien.
Existen muchas cintas con visualizaciones y meditaciones guiadas que les
puedes regalar para que les ayuden en su proceso si están abiertos y
dispuestos. Si no lo están, sólo envíales amor. Todo el mundo puede
hacer visualizaciones, Describir la casa en la que te gustaría vivir,
tener una fantasía sexual, imaginar lo que le harías a una persona que
te ha hecho daño, todo esto son visualizaciones. Es asombroso lo que es
capaz de hacer la mente.
5. Elogiémonos
Éste es el paso siguiente. La
crítica deprime al espíritu; el elogio lo levanta. Reconoce tu Poder,
reconoce a tu yo Dios. Todos somos expresiones de la Inteligencia
Infinita. Cuando te desprecias, desprecias al Poder que te ha creado.
Empieza por cosas pequeñas. Dite a ti mismo que eres una persona
maravillosa. Si lo haces una vez y dejas de hacerlo, no funciona.
Continúa, aunque sea un minuto cada vez. Créeme, a medida que lo vas
haciendo resulta más fácil. La próxima vez que hagas algo nuevo o
diferente, o algo que comienzas a aprender y no sabes muy bien cómo
hacerlo, proporciónate aliento y apoyo. La primera vez que intentes
algo, no te regañes diciendo: «Ay, olvidé decir esto o aquello». Así
evitaras que te de miedo hacerlo la próxima vez.
Permítete aceptar lo bueno tanto si crees que te lo mereces como
si no. Ya hemos hablado de cómo la creencia de que no somos merecedores
es nuestra resistencia a aceptar el bien en nuestra vida. Eso es lo que
nos impide tener lo que deseamos. ¿Cómo vamos a decir nada bueno de
nosotros si creemos que no nos merecemos lo bueno? Piensa en las leyes
de merecimiento que regían en tu hogar de la infancia. ¿Pensabas que
valías lo suficiente, o que eras lo suficientemente inteligente, listo,
alto, guapo o lo que sea? ¿Y para qué vives? Sabes que estás aquí por
alguna razón, y ésta no es comprar un coche cada tantos años. ¿Qué estás
dispuesto a hacer para realizarte plenamente? ¿Estás dispuesto a hacer
afirmaciones, visualizaciones, tratamientos? ¿Estás dispuesto a
perdonar? ¿Estás dispuesto a meditar? ¿Cuánto esfuerzo mental estás
dispuesto a hacer para cambiar tu vida y convertirla en la que deseas?
6. Amarnos significa apoyarnos
Acude a tus
amigos y permíteles que te echen una mano. En realidad, es una muestra
de fortaleza pedir ayuda cuando se la necesita. Son demasiadas las
personas que han aprendido a ser autosuficientes. No pueden pedir ayuda
porque su ego se lo prohíbe. En lugar de intentar hacerlo todo solo y
enfadarte porque no lo consigues, la próxima vez pide ayuda. En todas
las ciudades hay grupos de apoyo. Existen programas de 12 Pasos casi
para todos los problemas. Además, en algunas áreas hay Círculos
Curativos y organizaciones afiliadas a iglesias. Si no logras encontrar
lo que deseas, puedes iniciar tu propio grupo. No es tan difícil como
podría parecer. Reúne a dos o tres amigos que tengan los mismos
problemas y establece unas pocas líneas directrices a seguir. Si lo
haces con el amor de tu corazón, el grupo crecerá. La gente se sentirá
atraída como por un imán. No te preocupes si el grupo empieza a crecer y
el lugar de reunión se hace demasiado pequeño. El Universo siempre
provee. Todos podemos estar de verdad presentes los unos para los Otros.
Los grupos de apoyo se han convertido en una nueva entidad social
y son instrumentos muy efectivos para esta compleja época. En revistas y
periódicos de la Nueva Era aparecen listas de grupos, así como en
tableros de anuncios en muchas librerías. Establecer una red de apoyo es
muy importante.
Te estimula y te pone en marcha. Sugiero que las
personas que tienen ideas similares se reúnan y compartan sus
experiencias de forma regular. Cuando las personas trabajan juntas en un
objetivo común, acuden con su dolor, su confusión, su rabia o lo que
sea, y se unen, no para quejarse y gemir, sino para encontrar la forma
de superar sus problemas, para elevarse por encima de ellos y crecer. Si
eres una persona muy entregada, autodisciplinada y espiritual, puedes
realizar muchísimo trabajo en ti misma solo. Pero si participas en un
grupo en que todos hacen lo mismo, darás un salto cuántico porque cada
uno aprende de los demás. Cada persona del grupo es un maestro. De modo
que si tienes problemas que requieran algún trabajo, te sugiero que, si
es posible, entres en un grupo donde puedas llevarlo a cabo.
7. Amemos nuestros rasgos negativos
Todos
ellos forman parte de nuestra creación, del mismo modo que todos
nosotros formamos parte de la creación de Dios. La Inteligencia que nos
ha creado no nos odia porque cometamos errores o porque nos enfademos
con nuestros hijos. Esta Inteligencia sabe que hacemos lo mejor que
sabemos y nos ama porque todos somos sus creaciones; de igual modo
podemos amarnos nosotros. Ustedes y yo, todos hemos hecho elecciones
negativas, y si continuamos castigándonos por ellas, se convertirán en
pautas habituales y nos resultará muy agotador dejarlas marchar y hacer
elecciones más positivas.
Si te pasas la vida diciendo: «Odio mi trabajo. Odio mi casa.
Odio mi enfermedad. Odio esta relación. Odio esto, odio aquello…», muy
pocas cosas buenas podrán entrar en tu vida. Sea cual fuere la situación
negativa en que te encuentres, está ahí por algún motivo; de otra
forma, no le hubieras permitido entrar en tu vida. En realidad, los
enfermos pueden felicitarse por haber encontrado un medio seguro de
satisfacer sus necesidades. Es necesario que entendamos que sea cual sea
el problema que tengamos, nosotros contribuimos a crearlo con el fin de
manejar ciertas situaciones. Una vez comprendido esto, podemos
encontrar formas positivas de satisfacer nuestras necesidades. Hay
personas enfermas de cáncer o de otras enfermedades graves a quienes les
ha resultado tan difícil decir «no» a alguna figura de autoridad en su
vida, que inconscientemente han ido creando la enfermedad para que diga
«no» en su lugar.
Sean cuales fueren nuestras pautas negativas, podemos aprender a
satisfacer esas necesidades de forma más positiva. Por eso es tan
importante hacerse la pregunta: « ¿Qué beneficio saco de esta
experiencia? ¿Qué hay de positivo en ella?». No suele gustar responder a
esa pregunta. Pero si realmente miramos en nuestro interior y somos
honestos con nosotros mismos, encontraremos la respuesta.
Tal vez tu respuesta sería: «Es la única manera que tengo de
conseguir una amorosa atención de mi pareja». Una vez que lo has
comprendido, puedes comenzar a buscar formas más positivas de
conseguirla El humor es otro potente instrumento; nos ayuda a liberarnos
y a aligerarnos durante las experiencias tensas y agotadoras. En las
reuniones de los miércoles dedicamos un tiempo a los chistes. Te
recomiendo que veas comedias divertidas cuando te sientas deprimido o
bajo de ánimo. Cuando logramos ver nuestra vida como una obra de teatro
que tiene un poco de telenovela, de comedia y de drama, conseguimos una
mejor perspectiva y estamos en camino de curar. El humor nos hace
capaces de elevarnos por encima de la experiencia y mirarla desde una
perspectiva más amplia.
8 Cuidemos nuestro cuerpo
Considera tu cuerpo
como una maravillosa casa en la que vives durante un tiempo. Amas y
cuidas tu casa, ¿verdad? Así pues, vigila lo que metes dentro de tu
cuerpo. El abuso del alcohol y otras drogas está muy extendido; son
métodos de escape populares. Si te drogas, eso no quiere decir que seas
una mala persona, sino que no has encontrado una forma más positiva de
satisfacer tus necesidades. Las drogas nos tientan: «Ven, juega conmigo y
lo pasaremos muy bien». Es verdad. Pueden hacernos sentir
maravillosamente. Sin embargo, nos alteran demasiado la realidad, y
aunque al principio no se note, el precio es terrible al final. Después
de ingerir drogas durante un tiempo, la salud se resiente tremendamente y
la persona se siente mal. Las drogas perjudican el sistema inmunitario,
lo cual puede conducir a numerosos trastornos físicos. Además, después
de un repetido uso, se desarrolla la adicción, y entonces uno se
pregunta por qué comenzó a tomar drogas. La presión de los compañeros o
amigos puede que te haya obligado al comienzo, pero el uso repetido y
continuado es otra historia.
No he conocido nunca a una persona adicta a alguna droga que se
ame a sí misma. Usamos el alcohol y otras drogas para escapar de la
sensación de no valer nada, residuo de nuestra infancia, pero cuando el
efecto se acaba nos sentimos peor que antes. Entonces, por lo general,
nos invade la culpa. Es necesario que nos demos cuenta de que no hay
peligro en tener los sentimientos que tenemos ni en reconocerlos. Los
sentimientos pasan, no se quedan.
Otra forma de ocultar nuestro amor por nosotros mismos es
atiborrarnos de comida. No podemos vivir sin comer porque el alimento da
energía a nuestro cuerpo y le ayuda a crear nuevas células. Es posible
que conozcamos bien los elementos de una buena nutrición, pero aun así
utilizamos los alimentos para castigarnos y crearnos obesidad. Estados
Unidos se ha convertido en una nación de adictos a los platos preparados
y envasados. Llevamos décadas alimentándonos a base de lo que yo llamo
«La Gran Dieta Americana», atiborrándonos de alimentos procesados de
todo tipo. Hemos permitido que los fabricantes influyan con sus anuncios
en nuestros hábitos alimentarios. A los futuros médicos ni siquiera se
les enseña nutrición en la facultad de medicina, a no ser que la escojan
como asignatura optativa.
La mayor parte de lo que actualmente consideramos medicina
tradicional se centra en los fármacos y las operaciones quirúrgicas, de
modo que si realmente queremos aprender algo de nutrición, deberemos
hacerlo por nuestra cuenta. Tomar conciencia de lo que metemos en
nuestra boca y de cómo nos hace sentir es un acto de amor hacia nosotros
mismos. Si una hora después de comer te sientes soñoliento, podrías
preguntarte: «¿Qué comí?». Es posible que hayas comido algo que no le
sentó bien a tu cuerpo en ese momento determinado. Comienza a prestar
atención a lo que comes, qué alimentos te dan energía y cuáles te agotan
y te bajan el ánimo. Esto se puede hacer probando y experimentando, o
bien con la ayuda de un buen dietista que sepa responder a tus
preguntas.
Recuerda que lo que le va bien a una persona no necesariamente le
va bien a otra; nuestros cuerpos son diferentes. A muchas personas les
va maravillosamente bien la dieta macrobiótica. Todo cuerpo es distinto
de cualquier otro, de modo que no podemos decir que sólo un método
funciona. Es necesario encontrar cuál es el que mejor le va a uno.
Busca alguna forma de hacer ejercicio que te guste, que te
resulte agradable. Adopta una actitud mental positiva hacia el tipo de
ejercicio que realizas. Muchas veces nos creamos obstáculos en el cuerpo
principalmente como consecuencia de lo que asimilamos de otras
personas. Aquí también, si quieres hacer cambios, es necesario que te
perdones y dejes de introducir rabia y rencor en el cuerpo. La
combinación de las afirmaciones con el ejercicio físico es una buena
manera de reprogramar los conceptos negativos respecto al propio cuerpo.
Vivimos
en una época en la cual se multiplican las nuevas tecnologías para
beneficiar la salud. Estamos aprendiendo a combinar métodos de curación
antiquísimos, como la medicina ayurvédica, con la tecnología de ondas
acústicas. He estado estudiando cómo estimula el sonido nuestras ondas
cerebrales y acelera el aprendizaje y la curación. Hay estudios que
demuestran que podemos curar una enfermedad alterando mentalmente la
estructura de nuestro ADN (ácido desoxirribonucleico). Yo creo que de
aquí al final del siglo vamos a investigar una gama de posibilidades que
serán de enorme utilidad para la mayor parte de la población.
9. Trabajemos con el espejo
Siempre insisto
en la importancia del trabajo con el espejo para descubrir la causa de
un problema que nos impide amarnos. Hay varias formas de llevar a la
práctica este trabajo. A mí me gusta mirarme al espejo tan pronto como
me levanto; es lo primero que hago por la mañana, y me digo: «Te amo.
¿Qué puedo hacer por ti hoy? ¿Cómo puedo hacerte feliz?». Escucha tu voz
interior y actúa en consecuencia. Puede que al principio no oigas nada,
porque estás tan acostumbrado a reprenderte que no sabes cómo responder
con un pensamiento amable y cariñoso. Si durante el día te sucede algo
desagradable, e al espejo y di: «Te amo de todas maneras». Los
acontecimientos vienen y van, pero el amor que sientes por ti permanece,
y es la cualidad más importante que posees. Si te sucede algo
fantástico, ve al espejo y di: «Gracias». Agradécete a ti mismo la
experiencia maravillosa que te has creado.
También puedes perdonar frente al espejo. Perdónate y perdona a
los demás. Puedes hablar con otras personas mirándote en el espejo,
sobre todo si temes hablar con ellas de determinadas cosas. Puedes
limpiar y arreglar viejos asuntos pendientes con tus padres, jefes,
médicos, hijos, amantes… Puedes decirles todas las cosas que no te
atreves a decirles en persona; y acuérdate de finalizar la conversación
pidiéndoles su amor y su aprobación, ya que eso es lo que verdaderamente
necesitas. Las personas que tienen problemas para amarse a sí mismas
son casi siempre aquellas que no están dispuestas a perdonar, porque no
perdonar cierra la puerta del amor. Cuando perdonamos y liberamos, no
sólo nos quitamos de encima un enorme peso, sino que también abrimos la
puerta hacia el amor a nosotros mismos. « ¡Vaya peso que me he quitado
de encima!», suele decir la gente. Bueno, pues, ciertamente era un gran
peso y cargábamos con él desde hacía demasiado tiempo. El doctor John
Harrison afirma que perdonarse a uno mismo y perdonar a los padres, en
combinación con la liberación de pasadas heridas, cura más enfermedades
de lo que jamás podrían curar los antibióticos.
Cuesta muchísimo que los hijos dejen de amar a sus padres, pero
cuando lo hacen, les cuesta muchísimo más perdonarlos. Cuando no
queremos perdonar, cuando no queremos liberar y olvidar, lo que hacemos
es atarnos al pasado; si estamos atados al pasado no podemos vivir en el
presente, y si no vivimos en el presente, ¿cómo podemos crearnos un
glorioso futuro? La vieja basura del pasado sólo crea más basura para el
futuro.
Las afirmaciones realizadas frente al espejo tienen una ventaja:
aprendemos la verdad de nuestra existencia. Si haces una afirmación e
inmediatamente recibes una respuesta negativa como «¿A quién quieres
engañar? Eso no es cierto. Tú no te mereces eso», acabas de recibir un
regalo que puedes utilizar. No podrás hacer los cambios que deseas hasta
que estés dispuesto a ver qué es lo que te lo impide. La respuesta
negativa que acabas de descubrir es como un regalo, pues se convierte en
la llave para la libertad. Transforma esa respuesta negativa en una
afirmación positiva como «Ahora me merezco todo lo bueno. Permito que mi
vida se llene de buenas experiencias». Repite la nueva afirmación hasta
que realmente se incorpore a tu vida.
También he visto que se operan enormes cambios en una familia
cuando uno de sus miembros hace afirmaciones. Muchas personas de las que
asisten a las reuniones de los miércoles provienen de familias
distanciadas. Literalmente no se hablan con sus padres. Les he hecho
repetir la afirmación: «Tengo una relación maravillosa con cada uno de
mis familiares; nos comunicamos con cariño, comprensión y sinceridad,
incluso con mi madre» (o quienquiera que sea la persona con quien tienen
el problema). Les recomiendo que cada vez que esa persona o la familia
les venga a la mente, vayan al espejo y digan la afirmación una y otra
vez. Es asombroso ver cómo los padres acuden también a la reunión tres,
seis o nueve meses después.
10. Amémonos ya, ahora mismo
No esperes a
haber arreglado las cosas para amarte. La insatisfacción contigo mismo
es una pauta habitual. Si logras sentirte satisfecho contigo mismo
ahora, si puedes amarte y aprobarte ahora, entonces serás capaz de
disfrutar de lo bueno cuando venga. Una vez que aprendas a amarte a ti
mismo, comenzarás a amar y a aceptar a los demás.
No podemos cambiar a otras personas, de modo que dejémoslas en
paz. Gastamos muchísima energía intentando hacer que los demás cambien.
Si empleáramos la mitad de esa energía en nosotros mismos, podríamos
llegar a actuar de otra manera, y entonces los demás reaccionarían
también de modo diferente. Uno no puede aprender en lugar de otra
persona. Cada uno tiene que aprender su propia lección o enseñanza
particular. Lo único que podemos hacer es aprender en nuestro propio
nombre, y amarnos es el primer paso, con el fin de que el comportamiento
destructivo de otra persona no nos destruya. Si mantienes una relación
con una persona realmente negativa y que no desea cambiar, necesitas
amarte lo suficiente para poder alejarte de ella.
Hay que hacer una importante aclaración respecto al poder de las
afirmaciones: Si por mas afirmaciones que hagas de le gustaría que
sucediera y si no encuentras respuesta positiva, entonces eso ya es una
respuesta: sencillamente no va a funcionar.
Debido a la creciente tasa de divorcios en el mundo, creo que la
pregunta que muchas mujeres deben plantearse antes de tener hijos es:
«¿Estoy verdaderamente dispuesta a mantener a mis hijos completamente
sola?». Ya es costumbre generalizada ser madre o padre «a solas», y casi
siempre es la mujer quien tiene la responsabilidad adicional de criar
sola a sus hijos. Hubo una época en que los matrimonios eran para toda
la vida, pero los tiempos han cambiado, de modo que es evidente que se
ha de considerar esta situación.
Muy a menudo, demasiado tal vez, mantenemos indefinidamente una
relación en la que hay malos tratos, y permitimos que se nos subvalore y
desprecie. Lo que pensamos entonces es: «No soy una persona digna de
amor, de modo que aguantaré y aceptaré este comportamiento porque seguro
que me lo merezco, y además no creo que nadie pueda llegar a amarme».
Sé que esto parece demasiado simplista y que lo repito una y otra
vez, pero es que de verdad creo que la forma más rápida de cambiar
cualquier problema es amarnos tal como somos. Es asombroso la forma como
las vibraciones que emitimos atraen hacia nosotros a personas que nos
aman.
El objetivo que en mi opinión hemos venido a conseguir aquí es el
amor incondicional, y para lograrlo debemos empezar por amarnos y
aceptarnos a nosotros mismos. No estamos aquí para contentar a otras
personas o para vivir según sus directrices, Sólo podemos vivir a
nuestra manera y caminar por nuestra propia senda. Hemos venido a
realizarnos a nosotros mismos y a expresar el amor en su sentido más
profundo. Tú estás aquí para aprender y crecer, y para asimilar y
proyectar compasión y comprensión. Cuando abandones el planeta no te
llevarás a tus amigos ni a tu pareja, ni tu coche, tu cuenta bancaria o
tu trabajo. Lo único que te llevarás será tu capacidad de amar.
Quererte incondicionalmente es una manera de ¡Vivir con Pasión!
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