Partamos de algo tan simple como un huevo: si un huevo se rompe por
una fuerza externa, la vida termina, mas si un huevo se rompe por una
fuerza interna la vida comienza a ver la luz. Los más grandes y esenciales en la vida de cada ser humano
ocurren de adentro hacia afuera. Una persona en armonía con su YO
interior, en paz con su entorno, proyecta unas vibraciones de gran
potencia que le conectan con el Universo y eso se refleja en las
energías que emana, simplemente mirarle a los ojos, en su conducta, en
su afán por ayudar a quienes lo necesitan, en su capacidad de amor
incondicional y en su forma de transitar por la vida. La vida tiene caminos, el libre albedrío es el regalo de libertad
que Dios nos otorgo y con la brújula que vive en nuestro Corazón que no
es otra cosa que la intuición, ese sexto sentido tan importante,
podremos decidir hacia donde dirigirnos. Seremos muy brillantes si
sabemos por donde transitar pero mas aun si sabemos los caminos por los
que no se debe volver a transitar. La intuición nace del Corazón, en el Corazón viven los
sentimientos, los sentimientos son potencial de un enorme nivel
energético, por tanto hay que educar a cada ser humano más allá de la
cultura y la preparación académica y profesional, hay que tener muy en
cuenta los valores y las emociones que viven en el Corazón, siendo la
mente el vehículo donde pueden aflorar esos sentimientos. Aristóteles
en tiempos de la Antigua Grecia dijo una vez “Si educas la mente y no
educas el Corazón no has educado en lo absoluto.” Preocupémonos por
nuestro interior, cuidemos elegir bien los caminos y comenzaremos a
recibir múltiples bendiciones pues del resto se encarga Dios.
Namasté.
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