La medicina está viviendo en estos momentos varios hechos revolucionarios:
- Está tomando conciencia creciente del impacto de la contaminación sobre la salud, más allá de lo que ya se sabía.
- Está haciendo descubrimientos esenciales sobre los mecanismos del envejecimientoque se encuentran detrás de todas las enfermedades degenerativas (cardiovasculares, cáncer, patologías autoinmunes, alzhéimer, párkinson...).
- Está tomando conciencia de que el sueño es un elemento clave para el mantenimiento de todos los órganos.
- Está aumentando el interés por la epigenética, que permite al entorno cambiar por completo la expresión de los genes.
- Pero, por encima de todo, está descubriendo el papel fundamental de la flora digestivaen la salud.
La flora digestiva (o microbiota) está viviendo una auténtica revolución. Esa masa de bacterias que habitan en nuestro interior tiene un papel tan relevante en la mala y la buena salud que ya se considera un nuevo órgano esencial.
Su desequilibrio puede causar una gran cantidad de síntomas y enfermedades. Estos son algunos:
- Sobrepeso y obesidad (con sus consiguientes complicaciones inflamatorias como la diabetes y las enfermedades inflamatorias).
- Fatiga y problemas de sueño.
- Diarrea, estreñimiento, hinchazón abdominal, flatulencias…
- Trastornos de la piel (como eccema o psoriasis).
- Problemas relacionados con el equilibrio nervioso y emocional, como la depresión.
- Enfermedades infecciosas como gripe, resfriados, gastroenteritis…
- Algunos tipos de cáncer, como el de colon, el de mama o el de próstata.
La colonia que vive en su colon
Existen floras bacterianas en el intestino delgado, en el estómago, en la boca… La del colon se calcula que comprende aproximadamente 100 billones de microorganismos (bacterias, arqueas, levaduras, hongos y virus).
Eso supone aproximadamente 10 veces más que el número de nuestras células. Todas las bacterias alojadas en el cuerpo pesan nada menos que cerca de dos kilos (por tener un elemento de comparación, recuerde que el cerebro sólo pesa un kilo y medio).
Pueden identificarse varios miles de especies de bacterias en este mundo interior, cuya importancia hemos subestimado durante mucho tiempo.
Los genes de las bacterias que viven en nosotros (llamado metagenoma), que contienen información capaz de dirigir operaciones bioquímicas de todo tipo, son alrededor de 150 veces más numerosos que los genes de nuestras propias células. Es decir, el metagenoma es infinitamente más rico que nuestro propio genoma. Sorprendente, ¿no?
¿Para qué sirven las poblaciones bacterianas que viven en nosotros?
Las instrucciones genéticas de nuestra microbiota intervienen en numerosas funciones.
Nos permiten digerir glúcidos complejos y fibras que el estómago y el páncreas no son capaces de asimilar, lo que contribuye así a proporcionarnos los aportes energéticos que recibimos. También contribuyen a regular el apetito y a la reducción de riesgos de intolerancia a la glucosa (de forma que una disbiosis -es decir, el desequilibrio de esta flora- contribuye al sobrepeso y al riesgo de diabetes). También evita que los alimentos mal digeridos pasen a la sangre y puedan provocar inflamación general, intolerancias alimentarias e incluso modificaciones del funcionamiento cerebral.
La microbiota contribuye también a la síntesis de vitaminas y a la inmunidad frente a las enfermedades.
Y esto no es todo; nuestros “socios” microbianos pueden hacer muchas otras cosas.
Cuando la flora está desequilibrada -en general debido a una alimentación inapropiada-, proliferan poblaciones de bacterias o de hongos indeseables si se encuentran en gran número (como la Candida albicans).
Y estas bacterias y hongos de efectos nocivos pueden degradar aminoácidos (especialmente el triptófano y la tirosina). Dicho de otro modo: nutrir mal la flora puede tener como consecuencia la alteración de nuestras facultades intelectuales, el control de los impulsos, volvernos irritables y deprimidos, y todo ello acelerando la velocidad del envejecimiento y aumentando el riesgo de contraer numerosas enfermedades.
Cuando su microbiota está enferma
Tener una micobiota en buen estado es, por lo tanto, esencial para la salud. Para tener una microbiota bien equilibrada, ésta tiene que tener un 85% de bacterias buenas.
Cada persona tiene una microbiota única. A pesar de que comparten la mayoría de las bacterias que forman nuestra flora intestinal, su distribución varía mucho de un individuo a otro.
Algunas personas tienen una microbiota saludable y equilibrada, que les proteje de manera eficaz. Otras, sin embargo, tienen una microbiota pobre, desequilibrada o contaminada. Usted mismo puede estar viéndose afectado por la mala calidad de su microbiota sin saberlo.
Según numerosos estudios, más de un centenar de enfermedades y problemas de salud están relacionados con un desequilibrio en la microbiota. Ya ha visto más arriba algunas de ellas, y la lista es larga.
Por el contrario, una microbiota en buen estado es esencial para la buena salud, hasta el punto de que algunos la llaman ya “el órgano médico”.
Pero estos descubrimientos científicos sobre el papel de la flora intestinal, tan decisivos para nuestra salud, son relativamente nuevos, pues están teniendo lugar en los últimos años y no dejan de sucederse. Esto significa que pocos médicos tuvieron la oportunidad de formarse sobre este tema durante sus estudios. Y desgraciadamente no todos comprenden hoy el verdadero alcance de la flora intestinal ni tienen en cuenta el impacto de los medicamentos en ella cuando extienden prescripciones médicas a sus pacientes.
Hoy los científicos y los médicos más punteros saben que la microbiota es un órgano por derecho propio. Funciona como el hígado, el corazón o el cerebro para nuestra salud. Aunque cueste creerlo, dado que no se compone de células humanas, sino sólo de bacterias, levaduras e incluso virus.
Si aprendemos a respetarla y cultivarla, producirá innumerables beneficios en nuestra salud. Es capaz de transformar nuestra vida.
¡Y ahora es el momento de que usted se convierta en el jardinero de su flora intestinal!
Le aseguro que vale la pena empezar a preocuparse por su flora intestinal y actuar de la forma correcta. Muy pronto verá resultados, que se manifestarán en forma de:
- Un sueño profundo y reparador.
- Desaparición de trastornos digestivos.
- Disminución del estrés y la ansiedad.
- Mejora de la apariencia de la piel y un cabello más brillante.
- Pérdida de exceso de peso.
Estos le indicarán que va por el buen camino y le enseñarán que realmente su salud y toda su vida pueden cambiar.
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