Hazte observador durante breves minutos.
Vigila la mente: Observa los pensamientos, controla su velocidad, sus críticas, su ira, su estrés.
Ralentízalos.
En la media en que te apeas de tu mente y de tu situación, las cosas cobran otra perspectiva y empiezas a sentir sosiego.
Sólo una cosa importa: que nada importa de verdad, excepto mantener la serenidad de la mente y del habla.
B. Kumaris
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