No esperéis que vuestro equilibrio y vuestra salud sean el resultado
de la realización de grandes cosas: las posibilidades de realizar
proezas sólo se presentan raramente, y os arriesgáis a tener que esperar
mucho tiempo. Son las pequeñas cosas las que se revelan más benéficas, y
si os acostumbráis a tomároslas en serio, desarrollaréis una actitud
interior que será como una protección en muchas circunstancias difíciles
de la vida. ¡Hay tantas ocasiones para las pequeñas cosas! No voy a
enumerarlas, la lista sería interminable. Sois vosotros quienes debéis
encontrarlas, ejercitando vuestra atención, manifestando vuestra
benevolencia con todas las criaturas vivas, incluso con los animales y
las plantas. Sí, y hasta con ciertos objetos.
Es vuestro amor el que os salvará, y el amor se manifiesta justamente
a través de todos estos gestos aparentemente sin importancia que podéis
hacer cada día. Esforzaos pues para encontrar siempre algo nuevo que
hacer, sabiendo que cada pequeño gesto ejecutado con aplicación,
sinceridad y amor, será cada vez como una criatura de luz que vendrá a
acompañaros.
Incluso cuando deciden comprometerse en la vida espiritual, ¡cuántas
personas siguen deformadas por este hábito, tan extendido en nuestra
época, de acumular conocimientos, de ir por todas partes para estar al
corriente de todo sin hacer nunca un trabajo en profundidad sobre sí
mismas! No se puede negar que es gracias a su curiosidad que los humanos
han hecho progresos gigantescos en muchos dominios, pero para la vida
espiritual éste es un método muy malo.
El trabajo espiritual requiere que nos centremos en un sistema
filosófico, y que lo profundicemos. Si no, sucede con el organismo
psíquico lo mismo que sucede con el organismo físico: aquel que absorbe
toda clase de alimentos heteróclitos, tiene una indigestión y vomita; de
la misma manera el estómago psíquico puede tener una indigestión debido
a todo lo que hemos querido hacerle tragar. Por tanto, si queréis
progresar verdaderamente en la vida espiritual, procurad centraros en un
sistema: éste será como el armazón del edificio interior que estáis
construyendo aportando cada día nuevos materiales.
¡Cuántos se han dejado morir de pena o incluso se han suicidado por
culpa de calumnias, de cartas injuriosas, de artículos de periódico
venenosos! ¡Y cuántos artistas también por culpa de las críticas y las
burlas!… Si sucumbieron, es porque no conocían lo que la tierra, en
cambio, conoce muy bien. ¿Qué hace la tierra con los desechos y las
basuras que le echan? Los toma como un abono, como una materia muy
preciosa, y hace que participen en la elaboración de todos los
vegetales. Gracias a este abono, las frutas tienen colores, perfumes,
gusto y toda clase de cualidades nutritivas.
Así pues, ¿por qué el ser humano no debería conocer también los
secretos que la tierra conoce? ¿Por qué debería de sucumbir ante estas
suciedades que son las críticas, las maledicencias, las calumnias? Que
aprenda a transformarlas y él también dará frutas coloreadas,
perfumadas, sabrosas y alimenticias. Si llega a este grado de
comprensión, acabará por convencerse de que, a pesar de las apariencias,
el que es injustamente perseguido se encuentra en una mejor situación
que sus enemigos.
Una mano no se limita a su parte física. Una mano se prolonga en los
planos sutiles en los que, no sólo puede captar corrientes y fuerzas,
sino también proyectarlas. Lo sentiréis si os habituáis a practicar
ciertos ejercicios. Aquí tenéis uno, muy sencillo, que podéis hacer
cuando estéis solos, preferentemente por la mañana. Tended vuestra mano
derecha y, con el pensamiento, prolongadla lo más lejos posible, siendo
conscientes de que vuestros dedos son como antenas que captan energías.
Si ponéis después vuestra mano sobre el plexo solar, sentiréis que éste
se llena de un calor benéfico.
La verdad es que todos los ejercicios que podáis hacer con las manos
sólo serán eficaces cuando hayáis aprendido a trabajar para que se
vuelvan vivas. Y una mano se vuelve viva cuando la consagramos a actos
desinteresados, cuando aprendemos a tocar los seres y los objetos
conscientemente para introducir en ellos la pureza, el amor y la luz.
La Inteligencia cósmica ha dotado al ser humano de centros sutiles
que le permiten entrar en relación con las regiones espirituales. Estos
centros son en el mundo del alma y del espíritu el equivalente de los
órganos del plano físico, y al mismo tiempo que tomamos conciencia de su
realidad, debemos adoptar una disciplina que nos permita
desarrollarlos.
¿Por qué los Iniciados han dado unas reglas y aconsejado unas
prácticas a las que llamamos moral? ¿Y por qué es mejor respetarlas?
Porque, contrariamente a lo que dicen ciertos espíritus supuestamente
«libres», no se trata de someter a los humanos a unas convenciones
sociales arbitrarias, ni siquiera de complacer a un Dios que habita no
se sabe dónde, más allá de las nubes… La verdadera razón, es que cada
pensamiento, cada sentimiento, cada acto tienen repercusiones en lo más
profundo de nuestro ser y, según su naturaleza, cada pensamiento, cada
sentimiento, cada acto, impiden o favorecen el funcionamiento de
nuestros centros espirituales.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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