¿Puedes decir algo sobre estas hermosas palabras de Buddha:
“Ámate a ti mismo y observa – hoy, mañana, siempre?”
“Ámate a ti Mismo”…
El amor es el alimento para el alma. Así como la comida es para el
cuerpo, el amor es para el alma. Sin alimento el cuerpo está débil, sin
amor el alma es débil. Y ningún estado, ninguna iglesia y ningún interés
creado ha llegado a desear en ningún momento que la gente tenga almas
fuertes, porque una persona con energía espiritual está destinada a ser
rebelde.
El amor te hace rebelde, revolucionario. El amor te da las
alas para volar alto. El amor te hace comprender las cosas, para que
nadie pueda engañarte, explotarte, oprimirte. Y los sacerdotes y los
políticos sobreviven gracias a tu sangre -sobreviven gracias a la
explotación. Todos los sacerdotes y todos los políticos son parásitos.
Para
hacerte espiritualmente débil han encontrado un método seguro, cien por
ciento garantizado, y es enseñarte a que no te ames – porque si un
hombre no puede amarse a sí mismo tampoco puede amar a alguien más. La
enseñanza es muy delicada. Dicen: Ama a otros – pues saben que si no
puedes amarte a ti mismo no eres capaz de amar en absoluto. Pero
continúan diciendo: Ama a los otros, ama a la humanidad, ama a Dios, ama
la naturaleza, ama a tu esposa, a tu marido, a tus hijos y a tus
padres, pero no te ames a ti mismo, porque amarse uno mismo es egoísta
según ellos.
Condenan el amor hacia uno mismo como no condenan ninguna otra cosa –
y han hecho que su enseñanza parezca muy lógica. Dicen: Si te amas a ti
mismo te volverás egoísta, si te amas a ti mismo te convertirás en un
narcisista. No es verdad. Un hombre que se ama a sí mismo se da cuenta
de que no hay ego en él. Es al amar a otros sin amarse a uno mismo que
surge el ego.
El amor no sabe nada de deberes. El deber es una carga,
una formalidad. El amor es una alegría, un compartir; el amor es
informal. El amante nunca siente que ha hecho bastante; el amante
siempre siente que más era posible. El amante nunca siente, “he obligado
al otro.” Por el contrario, él siente, “dado que ha recibido mi amor,
me siento obligado. El otro me ha obligado al recibir mi regalo, al no
rechazarlo.” El hombre que se basa en el deber piensa, “Yo soy superior,
espiritual, extraordinario. ¡Mira cómo sirvo a la gente!”
Un hombre
que se ama a sí mismo se respeta a sí mismo, y un hombre que se ama y
respeta a sí mismo respeta a los otros también, porque él sabe, “Así
como yo soy, así son los demás. Así como yo gozo del amor, del respecto,
de la dignidad, así lo hacen los demás.” Él se hace consciente de que
no somos diferentes; por lo que respecta a las cosas fundamentales,
somos uno. Estamos bajo la misma ley: Es dhammo sanantano
El hombre que se ama a sí mismo goza tanto del amor, llega a ser tan
dichoso, que el amor comienza a desbordarse, comienza a alcanzar a
otros. ¡Tiene que alcanzarlos! Si vives el amor, tienes que compartirlo.
No pues seguir amándote a ti mismo por siempre porque una cosa te
quedará absolutamente clara: que si amar a una persona, a ti mismo, es
tan enormemente extático y hermoso, ¡cuánto más éxtasis te está
esperando si empiezas a compartir tu amor con mucha gente!
Lentamente las ondas comienzan a llegar más y más lejos. Amas a otras
personas; entonces empiezas a amar a los animales, a los pájaros, a los
árboles, a las rocas. Puedes llenar el universo entero con tu amor. Una
sola persona es bastante para llenar el universo entero de amor, así
como un solo guijarro puede llenar el lago entero con sus ondas – un
pequeño guijarro.
El hombre tiene que convertirse en un dios. A menos que el hombre se
convierta en un dios no va a haber realización ni satisfacción alguna.
¿Pero cómo puedes convertirte en un dios? Tus sacerdotes dicen que eres
un pecador. Tus sacerdotes dicen que estás condenado, que estás
destinado a ir al infierno. Y hacen que sientas mucho miedo de amarte a
ti mismo.
Es por eso que la gente es tan buena para encontrar
defectos. Encuentran el defecto en ellos mismos – ¿cómo pueden evitar el
encontrar los mismos defectos en otros? De hecho, los encontrarán y los
magnificarán, los harán tan grandes como sea posible. Ése parece ser el
único dispositivo para salvarse; de alguna manera, para salvar tu
imagen, tienes que hacerlo. Es por eso que hay tanta crítica y tal
carencia de amor.
Digo que éste es uno de los sutras más profundos de Buddha, y
solamente una persona iluminada puede darte un entendimiento así. Una persona que se ama a sí misma se puede volver meditativa con facilidad, porque meditación significa estar contigo mismo.¿Si te odias a ti mismo – como lo haces, como te han dicho que lo hagas, y
lo has estado siguiendo religiosamente – si te odias, cómo puedes estar
contigo? La meditación no es más que el disfrutar de tu hermosa soledad,
celebrándote a ti mismo. De eso es de lo que se trata la meditación. La
meditación no es una relación. El otro no se necesita en absoluto; uno
es suficiente para uno mismo. Uno es bañado en la propia gloria, bañado
en la propia luz. Uno es
simplemente gozoso porque está vivo, porque
es. El milagro más grande del mundo es que tú eres y que yo soy. Ser es el
milagro más grande, y la meditación abre las puertas de este gran
milagro. Pero sólo un hombre que se ama a sí mismo puede meditar; de
otra forma siempre estás escapando de ti mismo, evitándote. ¿Quién desea
mirar una cara fea y quién desea penetrar un ser feo? ¿Quién desea
entrar profundamente en el propio fango, en la propia oscuridad? ¿Quién
desea entrar en el infierno que piensa que es? Tú deseas mantener todo
esto cubierto con flores hermosas y siempre quieres escaparte de ti
mismo.
Es por eso que las personas están buscando compañía constantemente.
No pueden estar con ellas mismas; desean estar con otros. Las personas
están buscando cualquier tipo de compañía; si pueden evitar la propia
compañía cualquier cosa funcionará. Se sentarán en una sala de cine
durante tres horas viendo algo completamente estúpido. Leerán una novela
de detectives por horas, perdiendo el tiempo. Leerán el mismo periódico
repetidas veces sólo para mantenerse ocupadas. Jugarán a las cartas y
al ajedrez sólo para matar el tiempo… ¡como si tuvieran demasiado
tiempo!
El amor empieza contigo mismo, entonces puede continuar
expandiéndose. Continúa expandiéndose por su propia cuenta; no necesitas
hacer nada para expandirlo.
“Ámate a ti mismo…” dice Buddha. Y
entonces él agrega inmediatamente: “…y observa.” Eso es meditación, es
el nombre de Buddha para la meditación. Pero el primer requisito es que
te ames a ti mismo, y después observa. Si no te amas y empiezas a
observar, puedes sentirte como si estuvieras suicidándote.
Muchos budistas sienten que se están suicidando porque no prestan
atención a la primera parte del sutra, saltan inmediatamente a la
segunda: obsérvate a ti mismo. De hecho, nunca me he topado con un solo
comentario en El Dhammapada, estos sutras del Buddha, que haya prestado
alguna atención a la primera parte: Ámate a ti mismo.
Sócrates dice:
Conócete a ti mismo, Buddha dice: Ámate a ti mismo. Y Buddha es mucho
más verdadero, porque a menos que te ames a ti mismo nunca te conocerás –
el conocimiento solamente llega después, el amor prepara la tierra. El
amor es la posibilidad de conocerse a uno mismo. El amor es la manera
correcta de conocerse uno mismo.
… hoy, mañana, siempre.”Crea energía amorosa a tu alrededor. Ama tu cuerpo y ama tu mente. Ama tu
mecanismo entero, tu organismo entero. Amor quiere decir: acéptalo como
es, no intentes reprimirlo. Reprimimos solamente cuando odiamos algo,
reprimimos sólo cuando estamos en contra de algo. No reprimas, porque si
reprimes ¿cómo vas a observar? No podemos mirar al enemigo a los ojos;
podemos mirar solamente a los ojos de nuestro amado. Si no eres amante
de ti mismo no podrás mirar tus propios ojos, tu propia cara, tu propia
realidad.
El observar es meditación, el nombre de Buddha para la meditación.
Observar es la contraseña de Buddha. Él dice: Estate consciente, alerta,
no seas inconsciente. No te comportes de manera soñolienta. No sigas
funcionando como una máquina, como un robot. Así es como está
funcionando la gente.
Observa – sólo observa. Buddha no dice qué tiene que ser observado –
¡todo! Caminando, observa tu caminar. Comiendo, observa tu comer.
Tomando una ducha, observa el agua, el agua fría cayendo sobre ti, el
tacto del agua, la frescura, el temblor que pasa por tu columna –
obsérvalo todo, “hoy, mañana, siempre.”
Finalmente llega el momento en que puedes observar incluso tu sueño.
Ése es el momento cumbre del observar. El cuerpo va a dormir y todavía
hay un vigilante despierto, mirando silenciosamente el cuerpo
completamente dormido. Ése es el momento cubre del observar. En este
momento justo lo contrario es el caso: tu cuerpo está despierto pero tú
estás dormido. Entonces estarás despierto y tu cuerpo estará dormido. El
cuerpo necesita descanso pero tu conciencia no necesita sueño alguno.
Tu conciencia es conciencia; es estar alerta, es su misma naturaleza.
Mientras más observador te vuelves comienzas a tener alas – entonces
todo el cielo es tuyo. El hombre es un encuentro de la tierra y el
cielo, del cuerpo y el alma.
OSHO
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